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Mostrando entradas de abril, 2008

Tocino de cielo

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D emasiado tocino. Raudo, inapelable, obsesivo; Éste fue el primer pensamiento que le pasó por la mente a Ignatius J. Reilly: demasiado tocino. Y no sería para nada insólito si no viniese de uno que no ha follado en los últimos 32 años (es decir, nunca) al percatarse que la mano de una joven recaía sobre su orondo muslo. Cuaderno del Gran Jefe y gorra de cazador en mano, adoptó una postura tiesa y estática mientras que aquella chica se agarraba al interior de su muslo, lo acariciaba distraída o le daba pequeños golpecitos con sus dedos. Esto delante a la inmensa multitud que aquella mañana de diciembre encontraba refugio en el café ardiente de PJ’s. Tal vez sentía temor. Decía Oscar Wilde que cualquier cosa se convierte en un placer cuando se hace demasiado a menudo, y aunque el escritor inglés se refería a oscuras actividades tales como el estupro, el asesinato con saña, la pederastia, el sexo en Ignatius J. Reilly no podía dejar de ser algo igualmente bestial, por ávido y retorcido.