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Mostrando entradas de mayo, 2008

De vuelta, en el tranvía Cementerios

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D eberían prohibir el ferrocarril, por brujo. En él los árboles corren, las gotas de lluvia arañan, moribundas, los cristales y los trenes contrarios aúllan en una explosión de silencio. Mientras, sus pasajeros, sonríen inconscientes, sonríen, en la creencia de que nadie intuye sus tenebrosos pensamientos. En un tren no sólo se conciben sino que se urden en detalle, asesinatos, infidelidades, venganzas, sueños. Stanley Kowalski, norteamericano de ascendencia polaca, coge un tranvía llamado Cementerios a esa hora en que las botellas, vacías de su espíritu, vagabundean por las calles, las estrellas se difuminan y las farolas cuentan su último baile. Acaba de nacer su primer hijo, pero Stanley regresa a casa a dormir. Allí le espera Blanche, su cuñada, y nunca mejor dicho, ¡no sabe lo que le espera! Asiente con la cabeza al vaivén del tranvía. Le había tirado a la cara a esa zorra, boquita de pitiminí, sus billetes de vuelta a Laurel, para que también la echaran a patadas de su ciudad, po

¿Quién ha mojado las alas a la mariposa?

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U na mariposa no sólo vuela, más bien perfuma el aire con sus colores. Su vuelo es ligero, inconsciente, como el flotar de las pompas de jabón. Una mariposa puede morder una flor agitando sus alas cual destellos, detener el tiempo mientras se deja traspasar por un rayo de sol o adornar un árbol. Su función en la vida es una oda a la hermosura. En cambio un día, su vuelo se vuelve pesado, y parece arrastrar una cadena. Entonces el insecto salta, tira de su frágil cuerpo, se esfuerza a derecha, a izquierda, cansado, pero sus alas parecen impregnadas de nostalgia. ¿Quién ha mojado las alas a la mariposa? S ohara saltaba a la comba, a pies juntillas, alternando los pasos, rápido, despacio. La canción que se repetía a sí misma se le entrecortaba entre los dientes. Era alegre, lo importante era sentirla. Su respiración arrollaba la letra pero la melodía repicaba en sus pulmones, en sus oídos y le hablaba de él, de Raúl, que la esperaba en Madrid cuando terminara el vera