Cabeza abajo pende

U na hoja pende de la red que cubre el patio interior de mi casa. Cabeza abajo pende de su sutil tallo y de dos finos dedos inventados por su cuerpo de estrella. Se deja mecer tibiamente por la brisa de la mañana, como el péndulo de un reloj sin cuerda, y decide si caer o seguir agarrada, a una verja. Arriba un cielo azul, abajo un suelo mojado. Campanas de una iglesia cuentan diez, pero la hoja sigue temblando si caer, o seguir en el hierro de su verja.