Deshilvanando misterios con David Torres (Todos los buenos soldados)
El pasado mes de febrero, en el club de
lectura que dirige el escritor y amigo Ronaldo Menéndez, contamos con la
presencia de David Torres, autor de la perspicaz novela que habíamos
elegido para ese mes, Todos los buenos soldados. El
diálogo con él, así como su novela o su arte de escribir, fue como deshilvanar
lentamente y con gusto un misterio.
La conversación se inició poniendo una primera etiqueta a la novela: híbrido entre
novela negra e histórica. Que no policial, matizó David, pues en la novela negra
el crimen es una excusa. Torres se definió como un escritor de jazz que no
planea sus novelas, sino que deja que éstas le vayan sorprendiendo. ¿Y
qué es lo que más ha sorprendido a David de esta novela? El personaje de Adela,
que en un principio era plano. No desvelaré nada de este enigmático personaje,
pero sorprendido él y muy sorprendidos nosotros.
David continuó definiendo su escritura como
un acto "platónico", como si escribir fuera descubrir, cincelar la
novela que ya existe en el mundo de las ideas. No, la trama no me interesa
tanto, afirmó Torres. De hecho esta novela nació del reto de su amigo el
escritor Fernando Marías de convertir al mítico humorista español Gila en
detective en la guerra de Sidi Ifni (1957-1958), tomando el dato histórico de
su visita a las tropas aquellas navidades junto a la actriz Carmen Sevilla. Un
escritor como David que combina la tradición de una adjetivación exacta con un
humor y una ironía certera, sin duda era idóneo para sacarle jugo a esta
historia. Él no lo vio tan claro al principio. Sin embargo, leyendo la
autobiografía de Gila, encontró aquella afirmación del humorista de "a mí
me fusilaron mal", y la máquina echó a andar.
Así, con la excusa de convertir a Gila en
Sherlock Holmes, David Torres ha concebido una novela intrigante, con un
escenario, Ifni, que tiene diversos sabores, a western, a drogas, prostitución,
homosexualidad. De lectura muy amena pero con un poso que
invita a reflexionar. Los personajes aparecen todos muy bien trazados -y con
perfiles diversos-, pero a diferencia de Adela, que permanece durante toda la
novela, el resto son como ráfagas de viento que nos bosquejan Ifni, nos la
narran desde su perspectiva múltiple. La misma Ifni es un personaje,
silencioso, árido y cegador, como el flexo de un interrogatorio, testigo de una
derrota. En esto, aunque menos adjetivada, me recuerda a Mararía de Rafael
Arozarena, donde la isla y sus
paisajes van cercando a todos los personajes, y en especial a la Mararía. Que el paisaje en sí viva, eche su
aliento, da también a la novela un
poco el sabor de leyenda. Aunque el verdadero asesino de la misma no es otro que la Guerra Civil, que
tiene a todos como rehenes. La mentira. La ocultación. La propaganda. No hay
ningún otro protagonista, salvo la guerra, ridícula y precaria. Y en esto, en
tener un protagonista inaprensible, me recuerda a Las uvas de la ira de
John Steinbeck, en que sólo al final te queda clara la complejidad e injusticia
de la situación. Y ¿quiénes son sus víctimas? Las más
directas, “todos los buenos
soldados", aquella tropa invisible, vendida, engañada, entregada a
Ifni.
Muchas gracias David por tu visita.
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