La libertad de la imaginación en el actor frente a la voluntad consciente


El puente de diciembre decidí hacer un viaje en mi imaginación de la mano del director de teatro David Zinder.

David, maestro de interpretación en la técnica que él ha llamado ImageWork y en Michael Chekhov, nos recibe a antiguos y nuevos alumnos con la paradoja del actor: repetir continuamente una escena siempre como si se hiciera por primera vez. Este es el reto.

Nos explica que la técnica de Michael Chekhov es una caja de herramientas que nos ayudará a entender que el cuerpo del actor y la imaginación están estrechamente vinculados. El actor va tomando estas herramientas, las prueba y descarta aquellas que no le sirven para determinado trabajo. Ese es el entrenamiento, probar muchas herramientas, aunque no funcionen, es parte del proceso. Las que funcionen irán creando capas, capas que tras varios ensayos se irán olvidando. De hecho es ese olvido, ese hacer suyas las imágenes, lo que busca el actor con el entrenamiento. Michael Chekhov busca dar al actor la libertad de la imaginación frente a la voluntad consciente.

Para ello la clave es la disponibilidad, "readiness", en todo momento. La unión de la imaginación y el cuerpo del actor es como un delfín que se sumerge en la imaginación, donde su visión es turbia pero envolvente para salir después a la nitidez de la superficie donde aplicar lo que ha sentido en el océano. No hay límite en la expresión física de un actor, nos dice Zinder. Los movimientos crean imágenes, que crean sensaciones, que encienden sentimientos y éstos emociones. Esta es la cadena que debe conocer el actor para hacerse dueño de ella. En la improvisación no hay errores, solo "readiness" y dejar el cerebro al entrar. Si tu cuerpo de repente hace algo que tú no querías, incorpóralo al movimiento, a la escena, juega con ello, indaga en él, no es un error...En Chekhov improvisación y creación es prácticamente una identidad, por ello, el actor tiene que estar siempre atento a crear, a descubrir ("physical awareness").

Pero, ¿cuáles son estas herramientas? Os dejo un par de ejercicios que hicimos, entre otros muchos. Antes de entrar en ellos, enumerar los "cuatro hermanos" de Michael Chekhov: Belleza, Facilidad, Forma, Sentido de Completo que deben revestir nuestras secuencias de movimientos.

La Cuerda: el actor adopta el "Punto Zero" (mirada foco suave (que no enfoca, 180 grados de campo visual), cuerpo relajado pero disponible, centro en el bajo abdomen (alejado del intelecto o de los sentimientos)) y lanza una cuerda sin mirarla. Entonces la mira y empieza a moverse con lo que le transmita la cuerda. Es importante mantenerse en lo abstracto para no limitar las posibilidades de creación, estar abierto a lo inesperado. Si se adopta una historia, ésta ya pone sus límites. Por ello abiertos, en estado de creatividad. Se "baila" la forma entera de la cuerda, o una parte, o su material, su color...vas cambiando de alturas de tu cuerpo, la miras desde todos los ángulos posibles, la rodeas, para explorar distintas perspectivas, sensaciones, cambios de ritmo... No hay límite en tu expresión física, recuerda...desarrolla tu consciencia física, physical awareness, ¿he repetido algún movimiento?, ¡cámbialo! Readiness. En este ejercicio se trabaja la conexión cuerda, imaginación, cuerpo. El actor tiene siempre que excitar la imaginación del público.

Al final del ejercicio, el actor se pregunta, ¿qué me llevo de él? ¿qué sé ahora que no sabía? Este mismo ejercicio lo hicimos con objetos concretos, por ejemplo, con una funda de gafas y a mi ésta me habló de una cangrejo, de una almeja, de un tanque, de tierra, de lo estático, de movimiento en bloque, rodar, o lo opuesto, liberación, gasa...

Semiótica y arquetipos: Todo lo que el público ve, oye, son signos que estamos lanzando, que el público interpreta. Y, ¡el público siempre tiene razón! Por ello hay que ganar consciencia de todo nuestro cuerpo en todo momento, para controlar lo que estás dando al público. Precisión y sorpresa son las mejores características de un actor para David Zinder. Volviendo al ejercicio de la cuerda, siendo conscientes de las sensaciones que generan ciertos movimientos nos servirá en nuestra actuación para corregir si es algo que no queremos, o lo opuesto, para acentuar algún aspecto. Más adelante veremos que no podemos cambiar nuestra voz, pero sí los contornos de nuestra voz.
David nos pidió elegir un arquetipo, por ejemplo en mi caso, Niño pequeño, y nos dijo que buscásemos dos claves sin las cuales ese personaje se caería, no sería reconocible. Para encontrarlas, primero hicimos la versión grotesca del arquetipo y después la redujimos a su mínima expresión, en la que quedasen dos a lo sumo tres claves. En mi Niño pequeño, las manos siempre casi cerradas en un puño, y los brazos elevados, suspendidos en el aire. Estas claves las encuentras no pensándolas, sino haciendo el personaje, y permanecerán siempre en mayor o menor medida.

"Deja el cerebro al entrar", no pienses, no hay tiempo de pensar, hazlo. En los ejercicios que nos propuso David estas eran las consignas y era cierto, no había tiempo de pensar.
Tras dos días en silencio, el último día David introdujo la voz en el curso. ¿Por qué tan tarde? Porque la voz es demasiado potente y se impone al cuerpo, por ello es importante hacer primero hablar al cuerpo y que después éste produzca la voz, nos explicó. La cualidad de la voz vendrá del movimiento. Recordad, podemos cambiar los contornos de nuestra voz. Para investigar sobre esto hicimos un ejercicio similar al de la cuerda pero haciéndonos llevar por cada uno de los fonemas de un Haiku que hubiésemos elegido. Tras haber "bailado los fonemas", el Haiku que pronunciamos realmente había adquirido notas, colores e incluso significados distintos al que en un principio habíamos declamado. Cuerpo, imaginación, voz así ejercitados hacen que el texto sea algo más que palabras.

¿Y la prueba final? Unir un arquetipo al Haiku reinterpretado. ¿Resultado? Unos personajes palpables, muy vivos, multidimensionales por así decirlo...
Muy difícil resumir la riqueza del curso de David en página y media. Agradecer a la asociación Vértico por haber organizado los dos primeros módulos y ojalá haya un tercero al que atenderemos como si fuera la primera vez, por la ilusión, así como para ejercitarnos en la paradoja del actor.
Gracias David, gracias Sol Garre de Vertico.

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