Sara Rosenberg: escritoras imprescindibles y sus inevitables monstruos



Del 24 al 28 de septiembre del 2012 tuve el placer de asistir al curso de lectura de Sara Rosenberg sobre "algunas escritoras imprescindibles". Cada día de aquella semana desde las 19.15 y hasta las 22.15, tras una larga jornada de trabajo, me sumergía en este rico bosque de voces diseñado por Sara y veía cómo me iba llenando de energías para enfrentar un nuevo día.

Si bien la lectura es una actividad solitaria e íntima es hermoso ver cómo nuestro mundo íntimo se puede reflejar en el de otros, comenzando un dialogo con el resto de lectores y con Sara como guía, y así descubrir nuevos horizontes en un texto, en un autor. Literatura que revive. Ésta, creo, sea la esencia del curso, tanto de cómo ha sido creado como de la razón de por qué funciona, por qué para mí ha sido tan especial. 

En palabras de Sara, este curso es fruto de años de experiencia, de lectura y relectura constante de estas autoras hasta decantar mundos comunes de ellas, ver cómo han tendido puentes, abierto caminos entre ellas, ver cómo ha habido también, en este mundo de soledades que acompañan que es el mundo de la literatura, un dialogo, un mismo tipo de aproximación al mundo. Una misma aproximación, aunque desde voces bien distintas que hacen su conversación y, la de los que hemos asistido al curso, muy enriquecedora. Las autoras que vimos en el curso (Sara no pretendía hacer un curso de género, pero coincidió) fueron, principalmente:

Virginia Woolf , de quien Sara dice que hace cantar a la naturaleza
Carson Mc Cullers , el amor y sus triángulos
Flannery O`Connor , la sorpresa y el monstruo
Dorothy Parker , la crónica y la crítica con humor
Claire Keegan , la familia y el nido envenenado

Como curiosidad antes de dar algunas pinceladas de lo que fue un curso muy rico y difícilmente reducible a una entrada de blog, y excepto por la contemporánea Claire, que podría todavía tenerlos (a pesar de su negativa visión de las relaciones familiares), apuntaría el hecho de que ninguna de estas autoras tuvo hijos. En cambio, como Mary Shelley, fueron prolíficas creadoras de sus propios Frankensteins. Asimismo, la enfermedad también sería una constante en las difuntas autoras. ¿Combatir el dolor a través de la creación?

De Virginia Woolf (Londres,1882 - Sussex,1941) leímos "Los jardines de Kew". En este cuento se aprecia la percepción del mundo para Woolf como una realidad no ordenada. Virginia juega con las palabras dentro de este mundo caótico, fragmentado, que sólo el arte puede ordenar.  Contra el realismo, humaniza la naturaleza con su gran lirismo. El secreto para hacer a sus personajes tan reales es ver a través de sus ojos, estar en la cabeza de sus personajes, un mundo subjetivo. Así nace el monologo interior proprio de Woolf. Virginia también se caracteriza por denunciar el espíritu patriarcal de la sociedad que le tocó vivir (así hablamos de Tres Guineas y de Un cuarto propio) pero hará una crítica desde la elite, sin ánimo de grandes cambios.

De Carson McCuller (Georgia,1917 - Nueva York,1967) leímos "El Transeúnte" y "Un árbol, una roca, una nube". La literatura de Carson es una ficción muy autobiográfica. Se podría decir que Chejov es su maestro en el punto de vista: un profundo amor hacia sus personajes, incluso hacia aquellos más horribles. Ella no les cuestiona. De hecho no generará grandes transformaciones de sus personajes, más bien el contrario, leves, que habrá que ir a buscar. Otra característica de Carson es la creación de triángulos, amorosos o de fuerzas, en su relatos, lo que les hace muy efectivos, equilibrados y con vértices marcados. A diferencia de Virginia, Carson describe a sus personajes desde la acción. También hace "hablar" a los objetos, en el sentido de que elije pocos objetos que califican a los personajes. Carson fue una pionera del tratamiento de temas como el adulterio o la homosexualidad. Es curioso que hasta esta época, el amor en la mujer era visto con malos ojos. La mujer no podía amar, era amada. Así incluso en Madame Bovary de Flaubert, la protagonista es "castigada" con el suicidio. Las mujeres de Carson son fuertes.

De Flannery O'Connor (Georgia, 1925 - 1964) leímos "La buena gente del campo" y "Todo lo que asciende tiene que converger". Flannery se caracteriza por su mirada sobre las relaciones internas en la familia, sobre todo madre - hija, padre - hija. Junto con Carson, se la incluye en el gótico sureño, por la exageración, la exacerbación en sus personajes, aunque en Flannery además de a Chejov, vemos a Poe, como maestro. Existe misterio en la trama del cuento, pero sobre todo, Flannery suele construir convincentes finales sorpresa, al estilo de Poe. De esta escritora me ha fascinado la capacidad de pintar, con acciones y diálogos, la tensa relación que a veces existe entre una madre supuestamente abnegada que demanda una nueva oportunidad en la vida a través de su hija, y la frustrada rebeldía de la hija que no consigue emprender su propio camino. En sí, estas relaciones generan un ambiente gótico, de monstruo.

De Dorothy Parker (Nueva Jersey, 1893 – Nueva York, 1967) leímos "El banquete de sapos", "Cuando las mujeres se odian" y "El vals". Éste último es uno de sus cuentos donde el ingenio de Parker brilla más, pero también hay que recordar que Dorothy no es sólo una escritora muy divertida, sino que también es una gran cronista y una crítica dura de los roles sociales de la década 1920-1930. Parker es una maestra en utilizar estereotípicos personajes femeninos para satirizar, más amargamente que en broma, los papeles de las mujeres estadounidenses de su época. Sus personajes parecen ser víctimas tanto de una sociedad opresiva, como también de su incapacidad para luchar contra esa sociedad. Víctimas pero también sobre todo cómplices en promover el status quo. Así Parker pinta mujeres ridículas para criticar la sociedad que ha creado una sola dimensión de roles femeninos y obligado a las mujeres a entrar en ellos. 

De Claire Keegan (County Wicklow, 1968) leímos "El regalo de despedida". El talante de esta autora es muy marcado, es fuerte y veraz. Como tema candente en su literatura encontramos el abuso en la familia y como muestra el cuento que leímos. Es un cuento escrito en segunda persona del singular que hace que la voz narrante sea íntima, muy directa, que hace cómplice al lector. Una escritura rápida: frases cortas, haciendo hablar a la cotidianeidad, sin caer en describir estados anímicos, sin sentimentalismos. En cierta medida podríamos decir que su escritura es fría, certera y precisa como la incisión de un cirujano, penetra como un bisturí haciéndote sentir un escalofrío que recorre tu cuerpo. Un molesto hormigueo que hace pensar.

Y hasta aquí el resumen de las principales autoras que vimos en este curso de lectura. Además Sara nos regaló preciosos consejos para un futuro escritor: recordar que en el cuento se elije un único momento de una vida, un conflicto, una acción, pero sobre todo hay que elaborar una transformación. Es bueno valerse de imágenes visuales, que los objetos hablen, marquen los tiempos...Nos alertó de que los personajes hacen, dicen, sienten, pero también ¡mienten! y nos avisó de que en un buen dialogo hay mucho más no dicho que dicho. Por todo ello, muchas gracias Sara.

Actualmente Sara imparte un curso de lectura presencial continuado en Fuentetaja, en Madrid.
(En la ilustración, Sara está sobre fondo de NOTCOT)  

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